lunes, 3 de agosto de 2009

Paraísos terrenales

Creía, sin duda, haber llegado a la casa de Satanás.

El fuego salía de los tubos, las aguas negras hervían, el sol ya no salía, todo el lugar era tenebroso, sombras y más sombras. Se percató que no era la única en ese lugar. Jamás logró ver al diablo en persona, sí a sus colaboradores, monstruos con manos deformes, demonios con mascaras y disfraces, dialectos extraños, risas y gritos por dondequiera. Muchos como ella pagaban fuertes castigos, esperaban su sentencia. Algo le llamó mucho la atención, al llegar, en la entrada decía matadero en lugar de infierno.

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