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lunes, 24 de agosto de 2009
Al triste ocaso de la NO soledad
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Cuando río no es lo mío, ni jamás será por amor al arte, sino que por el arte que me impulse a ese amor y así cínicamente sonrió.
Asimismo, ¿Prefiero estar desierto, que muy solo? O solamente existir, de ese físico. De verdad que la soledad física me ablanda el alma, me brota el llanto. Desespero, las tinieblas del recuerdo me brotan como primavera impar, precisamente, me doy cuenta que no puedo estar desolado como lo pedí el día de ayer; empero, jamás me impediré del “estar solo”, en la cueva, con el resto de estos infinitos mortales, cuando estoy en soledad mecánica se prende mi radio, escucho la música y el suspiro es irremediable.
Cuando intento mirar hacia el tejado, miro el resplandor de los cristales y sin querer, mi rostro se refleja desfigurado. ¡Aislamiento! es lo que más quería. Es más, ahora, me veo envuelto de personas, creo que es mi funeral, el funeral de mi fastidiosa soledad.
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