miércoles, 26 de agosto de 2009

En mis espacios pequeños donde jamás comprendo nada, cuando la duda lo es todo además de silencio

(Mi mejor efigie. Ahora la sostengo en mi mente como un negativo sin revelar.

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Intenté durante todo el día sacar la mejor fotografía. La plaza de hojas límpidas, el atardecer de naranjo turbio, el horizonte convaleciente, la belleza forzada de las palomas, la cordillera ensimismada con el más alto edificio, en fin, la noche en su póstuma bruma, mas nada.
Sin remedio, no capté ni el más mínimo minuto de aquel día interminable, fastidioso y agotado por la decepción. Tanto atisbar a través del lente de la cámara que relegué a quien estaba a mi lado, no hasta que me dijo adiós. Fue algo más que un día, así todo lo perdí. 


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