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miércoles, 22 de julio de 2009
Desconectado
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Los problemas sumaban y seguían. Se dieron cuenta que para todos él era una verdadera molestia. Nadie lo reconocía, sin querer Blanco tampoco. Esperaba que el resto se lo dijera.
Solo allí yacía en su lugar sentado. Intentaron conversar plenamente, mas, caso no había. El destino era predecible, quizás bueno tanto para él como para los demás. El hombre que lo acompañaba lo distrajo un momento enseñándole unas lecturas y sin que lograra darse cuenta la mujer de cabellos negros se lanzó a sus pies y estirando su mano hasta más no poder.
-Le gritaron – ahora -, y sin pensarlo dos veces lo desenchufó.
Blanco poco a poco dejó de emitir ruidos y pulsaciones. El hombre un poco extraño, incluso desconocido, se acercó para corroborar, le puso un dedo en el ojo y lanzó:
-¡Sí, ya no funciona, lo lograste! Unos se alegraron, otros nada dijeron. Era la hora del té, el hambre invadió la casa. ¡Pongo el hervidor! Fue lo más sensato que se dijo.
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Por qué será que lo sensato aparece después de lo que no entendemos?... o sea, entre tanta cosa, al final, se ve con claridad.
ResponderEliminarParece que ese Dios, ese hombre que todo lo ve y todo lo sabe, ha determinado hasta nuestra forma de escribir.
Nos ha determinado a, sin querer, ver la luz al final del tunel.
PD: si no entiendes algo de lo que escribí... no te preocupes, yo tampoco.
=)