(Foto inapropiada, como todas)
La pared del cielo. La sombra proyectada. Una garra inmensa. Debo admitir que me asustó. Me acerqué, le pregunté por su casa, por su familia. Nada tenía. Le pedí por favor si podía transmitirme sus habilidades, extendiendo la mano sentí un leve pinchazo, ardía demasiado, al hospital caí, 39 de temperatura, mano hinchada, morada. No más de un día, la muerte, sí, la muerte era mi único talento.
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