lunes, 14 de noviembre de 2016
Un gran soñador en la pajarera de Quillota
Pájaro Plutarco: es claro, le faltan las manos y su cuerpo esculpido en roca -alguna vez sublime- hoy parece padeciendo una especie de lepra, sin embargo, sus ojos, puestos verticalmente en la lectura... una muy, pero muy lenta lectura, apuntan a aceptar que ésto suele ocurrir con casi todos nosotros; está envejeciendo.
Le molesta pensar en cualesquiera otra cosa, no tolera, obviamente, que alguien le pregunte qué está haciendo en esa terrible postura. Considera incluso las jaulas una estupidez, que decir de sus deseos; antipático o sincero, el día que lo encerraron no volvió a conversar con nadie, ciertamente, era muy complejo explicarlo con palabras.
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