martes, 19 de enero de 2016
Zarza Ardiendo
Me he caído en la enredadera del cerro, los frutos mal cortados hicieron de su fragancia un peligro inminente. Las espinas se derramaban como serpentinas en las orillas del arroyo, son dulces y rojizas: malditas telarañas de este dolor tendido boca arriba.
El sol de mediodía hizo su parte. La recolección de moras será para otro día, pensé.
Ahora debo buscar la manera de sacarme las espinas; limpiarme la sangre, explicar como llegó el piedrazo a mi cabeza.
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