Esto generó un impulso en su vida y extrañeza, pese al rencor o el remordimiento, le aceptó, sin embargo luego de dos años lidiando con ella: fracasa en los estudios, percibe la indiferencia de una madre ausente y decide con una notable decepción volver a Osorno a los quince años. Vive en la calle por un año; vagando e insertado en el mundo como mendigo. Retoma al año siguiente sus estudios terminando la enseñanza media con promedios excelentes.
Pese a este antecedente de constancia y superación viaja a Argentina escapando de la justicia debido a un delito cometido a los dieciocho, que no se atreve a mencionar, es allí donde se inserta en el micro tráfico, en casa de un primo, llegando incluso a violentar a sus propios proveedores de droga, clientes y compañeros de delito. Con este estilo de vida rodeado de dinero, fiestas, amenazas; sumido en el mundo antisocial es denunciado, preso y deportado a Chile. De vuelta en el país intenta salir de su antigua realidad por lo que se relaciona con una joven santiaguina con quien inicia un pololeo de tres años alejado del consumo de pasta base trabajando incluso en una empresa de seguridad. Luego de un quiebre en su relación reincide en su problemática que hasta hoy con veintiocho años lo mantienen en condición de calle durmiendo en diversos hogares de Valparaíso. Se gana la vida rapeando en las micros del sector para alimentarse diariamente y fumarse una pipita. Su recuerdo más prematuro es Valentina la hija de su antigua novia.
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