martes, 28 de octubre de 2014

Camino a casa

        Se escuchan un par de herramientas en el taller de las aguas donde me he perdido, donde aún las balsas se conservan clementes para un espacio tan amplio e infinito, ojos negros colmados de orgullo acompañado de dos remos en Alerce. La fauna del momento no tarda en acomodarse la cabeza antes de sumergirse, constante y repetitiva para mantener fresco el aroma de todas sus hijas. Quizá la primera fue Grecia luego le siguió la optimista Alemania que se convirtió en muerte al pasar por mar en México y aquí la hemos transformado en un inmenso cordón de montañas que pintamos con la misma madre de las lenguas, el hablar de la tierra es la patria de esta poesía, en nuestras oraciones sembramos todos sus bosques surcamos todos estos cristalinos lagos e indomables ríos, y ha crecido el inicio de nuestras pieles invencibles.
      Aves de la costa van en busca de hombres sin brazos ni fuego, cazando árboles frondosos valles sin boca o dioses en cada una de sus cuencas. Viticultura de Loto para detenernos a orillas del Origen donde resguardan sus construcciones donde ha terminado el fuego y se apaga el calor del único padre. Han escogido las montañas un nuevo lugar para el descanso.  

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