viernes, 16 de enero de 2009

Aun la musica clásica apesta a humanidad


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La clase del profesor se convirtió en una humanidad de palabras y señales. De sus ramas colgaban nada más que las idioteces de los que no pensaban. Unos comían pan y otros escondían la comida bajo la mesa, el reloj marcaba las 12:20, sonó una campanada. Todos gritaron para arrancar como una leona en busca de comida. Por un momento quise ser del resto, uno más. Mientras todos corrían yo sólo seguía escribiendo y a la vez mirando el pizarrón, el hombre que nos educa se inquieto ya que me mantuve escribiendo. Le respondí que aún subrayaba apuntes, el muy inocente no sabía que su clase era una bazofia y lo único que hacia no era más que escribir y escribir a cuanto pensamiento a mí venía, dado que su clase era la única que daba hacia las afueras del mundo. Sin dar cuenta a nadie escuchaba la más "suave" de las canciones wagnerianas, cargadas de actuación, calma y algo de patriotismo alemán.
Me perturbó el hecho de mirar dos aves volar fuera de la ventana, concentrándome en sus cantos. Me maravillé los segundos que volaron frente a mí, los suficientes para comprender que aun lo que creía mejor en el hombre no era más que una humanidad tremendamente insoportable. Lo que acabo de escuchar rompió con mi tradición para conseguir algo completamente nuevo.

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