miércoles, 23 de marzo de 2016

La trompeta de Godínez

Desperté temprano la mañana del lunes con una fuerza de voluntad digna de mi corona. Comenzé rompiendo los relojes de todos los cabeza dura de mi alrededor, apagé el fuego e iniciamos las actividades. Muchos notaron que estaba inquieto.  Pese a mis esfuerzos, este maldito paje no se quedará en Santiago por un año más, menos aún luego de lo sucedido en 1550.
Lo vi partir sin inquietarme, viajaba camino al sur tocando mi trompeta, mi último intento fue bano, no pudé frenar su ambicioso proyecto, tampoco pude superar la alianza de estos naturales, desde luego comprendí muy tarde que el único y verdadero fuerte indestructible era su lengua y pese a nuestra amistad, no logré comprender jamás el habitar de una poesía araucana; cazadora recolectora.
Guardé silencio a Valdivia por tres días y cuando lo supo era tarde, los vientos del Bio Bio soplaban ya muy fuertes. 

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