Me mira fijamente, se lo que dirá. Yo la amaba mucho. No sonríe y después de mirarme baja la vista, yo la quiero aún. Sus manos se aprietan junto con sus bolsillos, me dirá que no es ella. Mira mis zapatos y logra visualizar que ya cargo la maleta para marcharme. Respira profundo, se veía venir, yo cierro mis ojos y preparo mis oídos como para una gran guerra, alimentados para escuchar que ya no es lo mismo. Levanta su cara. El culpable soy yo. Levanta sus ojos. La monotonía. Me mira a los ojos y dice sonriendo: -Te amo sin que yo lo note-.
Ambos sonreimos como niñoz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario