Cogió su chaleco y entró al juego de los cuatro acompañantes, de ente los cuales estaba la muchacha que escribió de sentimientos, cosa que lo tenía perturbado y le agradaba a la vez, claro que en este momento no mucho. Pidió al sujeto que manejaba que se detuviera, por favor, lo hizo con voz aguda y convincente, se sintió ridículo al lanzar las migas de pan. Todos guardaron silencio al ver la reacción, el coche se detuvo en la parada más próxima, y con la intención de herir, pasó por sobre todos y deseando el odio a los cuatro, en especial a Ella, no sabía si debía llorar...
Ya su mente estaba en blanco, sabe que no debe hacer lo que hizo, mas igual lo hace, caminó hacia la pasarela con intención de caminar lejos, el coche ya se perdía a lo lejos juntos a sus cuatro pesadillas. Mientras intentaba desencajar con su mal estar intentó saltar los cinco escalones de la pasarela y lo logró -con asombro- se detuvo justo en medio y observó el pasar de muchos otros choches...
En la calle que cruzaba la principal se detuvieron tres autos y un muchacho al ver la luz verde dejó caer un pañuelo al piso y dos de los tres comenzaron una loca carrera hacia lo oscuro de la avenida, la gente rodeó la oscuridad con sus miradas perdidas, en cambio yo me quedé observando el tercer automóvil que puso su maquinaria en forma horizontal a la calle con la intención de detener los vehículos que quisieran entorpecer la competencia, era blanco y muy pequeño como una caja de fósforos. El muchacho, que manejaba el auto, al mirar hacia arriba me observó un rato haciendo alardes de su osadía, y yo gracias a mi aventajada visión me percaté de la venida de un autobús muy moderno y verde que al encontrarse de frente con este auto de manera sorpresiva, lo impacto de manera profunda casi a ochenta kilómetros y lo volteo dejando al muchacho inconsciente, quizá muerto. Por un memento olvidó qué hacía en ese lugar, recordó lo sucedido, recordó incluso lo ocurrido antes de lo sucedido, y aún así se inquietó por saber que pensaban sus pesadillas de la actitud que tomó, mas le importaba la muchacha que escribía acerca de sus sentimientos. Agradecido, por un momento de felicidad sus instantes de descanso, donde todo, algo quiere decirle, ya no importaba que el tipo osado muriera, tampoco importaba que sus pesadillas recapacitaran y lo recordaran, ya era demasiado temprano para pensar cosas de ese tipo, por suerte.