viernes, 20 de noviembre de 2009

A última hora...


Y ya es muy tarde para las máscaras.

La señora


Justamente en la esquina de esa foto vive una señora, es joven y atractiva, hace su ropa y es soltera. Cuando se mudó sólo me dejó una nota, dijo que tendría hijos y que le temía al los insecticidas que usa mi madre.

Vueltas



Cada vez que no lo dejan entrar rodea la casa con vueltas en círculo, al verla enfriarse en la calle la dejé entrar pero sólo pasó a mi cuarto y silenciosamente comenzó a dar vueltas cortadas... Yo sin querer la seguía.

Cuidado


Las buenas intenciones se rodean de clavos eléctricos y son ellas quienes todo lo empañan.

Pintura vencida


Y todo lo creado expiró antes de la fecha de vencimiento.

Después de las doce


Antes de las doce se levanta y se duerme nuevamente, antes de las doce lee y lo hace nuevamente, antes de las doce recuerda a la niña sin mano, a los payasos, a los vendedores que circulan por la ventana... antes de las doce es libre y camina contento, antes de las doce el tiempo alcanza para todo lo que piense, incluso hasta puede darse el lujo del amor, pero después de las doce ya es muy tarde para todo.

Cuando no vio la luz


El peñasco era inevitable y su cabeza rodó hacia el agua.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Olvido

Después de mucho tiempo comprendió lo más sencillo, mirar hacia atrás no resolvía nada, se hizo el "loko" diciéndole, ¿y quién eres tú?

Clavó una bandera


Y proclamó en voz alta la cultura del hombre, y una pared de hierro le gritó, ¡las culturas son sólo un adorno! No me vengas con mentiras.

Civilizados


No hubo nunca una vez, fue exactamente esa cuando todo fue pleno. Aún no existían las culturas.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Posdata

 Cualquier imbécil que ponga dos o tres versos, sin sentido, en una prosa mal hecha, se cree escritor, tomando en cuenta que el arte no existe, eso debe quedar claro. Cualquier idiota con una cámara de trescientos mil pesos se cree fotógrafo. La mía costo cincuenta lucas y todavía no puedo pagarla.

Papel reciclado


A las orillas del río caminó sin cesar, cuando miró a Pedro le contó su afán de recorrer el mundo, al escuchar esto no pude más que interrumpir y, amablemente, con papel roneo le hice un barco de papel... Ya sólo podía ver su mano haciendo señas, las corrientes del río indicaban que no la vería nuevamente, al menos, por un largo tiempo. algo me recordó que tenía que trabajar.

Hoy


Él nació en el siglo XX ahora es del siglo XXI y tiene un gran celular con la peculiar particularidad de que éste no funciona, pero, no le cuentes a nadie, no quiere que sepan que es una oveja negra.

martes, 10 de noviembre de 2009

Condenado



Es parte de un costal de asuntos sin nombre, la fatalidad de mi responsabilidad también debido a la falta de mi manos y de mis boca, todo para generar en mí esta situación dulce que me tiñe, por decirlo de alguna manera, de un afán creador que no los dejará descansar en paz…

Di algo


Cómo sabrás que estoy triste sin que tenga que decirlo.

Amor



Miró por la ventana, pero no lo sabía. 

Sonreír al suelo




En aquel instante, que muchos llaman debilidad, las lágrimas en mi boca me recuerdan que todo es, siempre, muy amargo.

Ratones no tristes



No sé como decirle que debe marcharse, está quieta en mis pies, respira hondo, hondo y respira cuando el árbol de la pileta que no descansa, la esencia de todo lo que rodea aparece como un anochecer de tardes nauseabundas. Es decir, que respira por que no sabe hacer otra cosa, y miro su rostro, veo el rostro del resto, incluso el mío esta allí, en el que observo como un telescopio amargo y salado que tergiversa las opciones y la retórica me recuerda que debo entregar mi responsabilidad, que, más de alguna vez, debió fallar, como le digo  ahora entonces que debe marcharse, pero no para volver, marcharse para eso, marcharse.  

El paseo



Jamas olvidó la posición fetal, en la calle Yungay duerme dentro de una taza.

Saltimbanqui



Llevaba toneladas de colores y un sin fin de artimañas para satisfacer al público. Riendo y carcajeando puso su mirada en mí. Me apuntó y me apuntó las veces que lo merecí, sin notarlo y por obra de mágica tristeza la lágrima que tenía dibujada en su rostro apareció en el mío, yo soportando las carcajadas sólo atiné a mirar el piso y di la espalda a mi ridiculez. Desde el trapecio tú también reías.

El destino


Me condenó a vivir eternamente como humano, en un departamento que arrendaba a doña Roza, y yo sólo me encogí de hombros.