martes, 10 de marzo de 2009

Nietzsche es un mal amigo


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Era su tercera lectura, terminó por fin Así habló Zaratustra, trastocado. No pudó estar quieto después de haber enmudecido tanto. Sentía una exigencia tremenda, no callarlo. Tomó una decisión, la más certera, fue al mercado central, cogió un cajón de naranjas y se subió, Comenzó a pregonar: ¡Übermensch!. Caras de extrañeza, susurros, insultos, nada de otro mundo. Dios ha muerto, nosotros le hemos matado. Esclavos de la moralidad, en fin. Después de veinte agitados minutos lo sujetaron por los brazos, viajaba sin destino. Decepcionado, Nietzsche nunca le dijo acerca de la policía.

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