A la jaula del animal humano.
viernes, 21 de enero de 2022
Cultura Tradición Bato
En esta ocasión, insistiendo en las mutaciones, y haciendo una reseña a nuestra iniciativa, el equipo editorial hace un rescate a modo de conmemorar y exponer algunos detalles de la Cultura Tradición Bato con los alcances que esta acarreó. Gracias a los registros arqueológicos y trabajos de M. Vásquez (2003), L. Sanhueza (2004), M. Araya (2008), F. Falabella (2015), J. Villarroel (2015) y J. M. Ramírez (2019) es que podemos acceder a esta literatura, comprender las evidencias de lo trascendente que fue su propagación en la zona; lo eminente que resulta explorar los detalles de estas comunidades y clanes que hicieron suyos los rincones del valle del Aconcagua, sus contornos y causes. Hacer una lectura de los factores que dieron vida a estas agrupaciones, nos ayuda a recrear por un lado, la abundancia de los diversos valles del río Putaendo, río Aconcagua, río Petorca, río Maipo y el Cachapoal, y por otro, la relación de estos con la fauna, la flora y la geografía circundante. Esta forma de lectura es la base a partir de la cual nos proyectamos hacia lo que se nos viene, entendiendo esta forma primigenia como el soporte donde ubicamos nuestros inicios. Estos trabajos refuerzan la idea de no olvidar la historiografía de estos antepasados específicos y su innata forma de relacionarse en el entorno, pues dejan en evidencia la carencia de los resguardos que esta tarea implica en la función de perpetuar y difundir las tradiciones de estos complejos denominados por la ciencia arqueológica como menores, que habitaron incluso el continente previo a la aparición de perfeccionamientos mayores, y que pese a su nivel civilizatorio arcaico en su constitución social (2004) tuvieron la capacidad de existir simbióticamente inclusive con otras culturas contemporáneas.
De acuerdo a estos autores, la Cultura Tradición Bato se ficha temporalmente durante el Periodo Alfarero Temprano (P.A.T.), (200 a 1.000/1.200 d.C.) en el centro de Chile, desde zonas cercanas al río Aconcagua por el norte hasta al menos la cuenca de Rancagua por el sur, con asentamientos distribuidos a lo largo de la costa, los valles de la cordillera de la Costa y de los Andes y el valle Central (F. 2015), existiendo una leve fluctuación entre fechas contiguas de los especialistas. Se les caracteriza por su gran movilidad desde la costa de los litorales con “abundante cantidad de sitios arqueológicos, consistentes en su mayoría en conchales costeros, sitios habitacionales, cementerios de túmulos, bloques de piedras tacitas, y enterratorios individuales” (V. 2015), hasta algunos asentamientos importantes en valles interiores -Cerro Mauco, Concón y Papudo- conectados por la cordillera de la costa. Igualmente, de acuerdo a los reportes de Ramírez (2019), se han hallado asentamientos en; Las Brisas-3 al interior de Santo Domingo (Rivas y González, 2008). Al norte, en el interfluvio costero Petorca-Quilimarí donde se han registrado casi 200 sitios asignados a distintos periodos de ocupación (Longotoma, Los Coiles, El Chivato, Punta Los Molles), particularmente Bato (Ávalos y Rodríguez, 1993), también se fijan diversos vestigios al norte desde Papudo, Punta Puyay, Cachagua, Los Hornos, Ventana, Quintero, Ritoque y Mantagua. Representativo de una sociedad de fuerte tradición cazadora recolectora, más móvil y compleja que su contemporánea Llolleo, quienes probablemente alcanzaron un grado de sedentarismo un poco más desarrollado pues se le clasifica “como una sociedad más homogénea, sedentaria y ligada a un modo de vida hortícola” (P. 44, 2003). La evidencia demuestra en la C.T.B. desde lo que simboliza su sociedad mucho más nómade, es la constitución de grupos familiares convergentes más diseminados, contando con más disparidades en sus asentamientos o enterratorios, sin grandes diferencias sociales pero con multiplicidad de contrastes en sus prácticas rituales “Esos primeros grupos agro alfareros muestran el desarrollo temprano de una horticultura centrada en el cultivo de la quínoa y el maíz, complementada con la caza de fauna menor y la recolección de vegetales silvestres. En los sitios abundan las puntas de proyectil y, en menor proporción, los artefactos de molienda, los cuales muestran que la producción y consumo de harina de maíz y quínoa ya formaba parte de la vida diaria de esas poblaciones.” (2019) Lo que expresa el dinamismo de sus expediciones dispuestas en ambos contextos geográficos; tanto en la costa por el consumo de moluscos, en la pre cordillera la caza de camélidos e increíblemente encontrando en algunos sectores exclusivamente alimentación basada en semillas y vegetales. La vinculación con las características en la costa o los valles fundieron su dieta principalmente de la quínoa muy abundante en la región y moldearon sus prácticas en el trabajo alfarero en arcilla con fines prácticos.
Desde el punto de vista de sus aspectos culturales y de la que más se destaca esta cultura de sus contemporáneos es la utilización de diversas manifestaciones alfareras siendo los pioneros y de las que existen variados registros muy distintos entre sí, utilizados para ceremonias o sencillamente como utensilios de depósito que yacen en sus asentamientos y pueden ser visitados en algunos de los museos de la zona de Concón o Puchuncaví, igualmente muchos de estos restos han sido hallados en sitios muy ceñidos a los cursos de aguas mencionados. De acuerdo a lo expuesto por Sanhueza (2004) se caracterizan sus obras por un “contexto cerámico monocromo compuesto por ollas de perfiles inflectados o compuestos, que pueden tener asa cinta o bien mamelonares”. Igualmente se datan aparejos como vasijas pulidas que “están representadas por jarros”. Desde los registros que entrega Ramírez (2019) en la Olla de Quilén procedente de Horcón, dispuesto en el museo de Historia Natural de Valparaíso, se acentúa y evidencia esta descripción y pese a su sencillez se destacan por un gran sentido estético inicial, describiendo aspectos como ollas y jarros más bien finos que emplean “pastas delgadas con una selección precisa de antiplásticos y cocción controlada, predominio de decoración monocroma, modelados antropomorfos y zoomorfos, diseños incisos lineales y punteados en campos geométricos, pintura roja en franjas convergentes, pintura negativa y pintura iridiscente aplicada a través de engobes con hierro oligisto” lo que implica una técnica minuciosa de tratado de la arcilla, y encierra el carácter de autenticidad en su búsqueda del detalle artístico en sus creaciones con la utilización de pigmentos rojizos con detalles geométricos simples, adscribiéndose a una asombrosa búsqueda de identidad mucho mayor de lo que se evidencia en el contexto arcaico y demuestra lo primordial de las manifestaciones más puras de esta cultura.
Asimismo, existe la presencia de un gran sentido estético en instrumentos secundarios como pipas de piedra y hueso de guanaco, moliendas planas, junto al uso exclusivo de tembetás de aletas y cilíndricos. El desarrollo técnico que alcanzó la C.T.B. en base a todo lo exhibido, incluyendo lo que simboliza el tembetá como un adorno corporal único que fue característico de la zona respecto del resto de las culturas subyacente, es el aspecto destacado en esta iniciativa junto al misterio que encierra para los Batos esta necesidad. Pese a todos los datos expuestos, que no significan en ningún caso un tratamiento total o acabado del tema, mas sí un acercamiento a la urgencia de difusión de estos detalles muchas veces anquilosados en lo puramente docto u anecdótico. Gran parte de los especialistas citados, sino todos concuerdan en la riqueza de esta sabiduría, junto a la relevancia en la simetría y conclusiones comparadas, incluso en el Periodo Alfarero Tardío e Incaico en relación con la cultura Aconcagua; la Cultura Tradición Bato sigue siendo una tarea aún pendiente en la política arqueológica y cultural, de esa ausencia de lo “sido” o pasado que perdura en el tiempo desde lo fundacional y relacional en los inicios de las bases de una identidad puramente nacional de un texto mucho mayor que no termina nunca por escribirse pero deja en evidencia la comprensión del individuo en contraste con nuestras metamorfosis pendientes.
domingo, 2 de enero de 2022
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)