jueves, 3 de septiembre de 2020

A propósito de nuestro distanciamiento Tradición Bato: “El origen; lo más lejano, lo más difícil.”

Dentro del periodo que abarca el 200 y 1000 d.c. la T.Bato, habitó en la zona central, principalmente entre la cuenca del Aconcagua hasta las riberas del Cachapoal. Se clasifica en el periodo Alfarero Temprano de acuerdo a los registros arqueológicos y solamente en la Región de Valparaíso se consideran más de cincuenta sitios con vestigios u evidencias que corresponden y fueron asignados a la Cultura Tradición Bato (Ramírez, 2019). Sus asentamientos abarcaron desde el curso interior del Aconcagua, hasta la costa. Se caracterizaron por una gran heterogeneidad en los distintos aspectos de la cultura, que se explicaría por una organización social basada en pequeñas agrupaciones familiares dispersas en un amplio territorio –incluso coexistiendo con grupos de cazadores-recolectores, especialmente en la cordillera– y la falta de un poder o autoridad central. (Planella et al., 1991). Dentro de las características que los distinguió de otros contemporáneos y uno de los que más simboliza, representa y diferencia a los Batos de culturas como la Aconcagua o Llolleo fue el Tembetá, descrito por los arqueólogos Planella, Falabella y Vásquez (1998) como: “cerámica monocroma con incisiones lineales punteadas es un elemento que, dada la manera en que es utilizado, traspasado por el labio inferior, tiene alta visibilidad” (p. 432). Además de notificar que: “en Chile Central se encuentran al menos dos tipos de Tembetás: de botón con aletas y cilíndrico largo” (p. 433). El uso de éste es propio e inherente del que toma nombre la iniciativa como señal de la trascendencia de mantener vivo nuestro territorio atávico. Nuestro notable distanciamiento moderno con el entorno; profundizado por un desconocimiento de la flora y fauna, el clima o la geografía, distará mucho de la experimentación de un habitar simbiótico en la Tierra. La relación con ella no es un adornarse la vida con la burda acumulación de conocimientos fáctico ni una búsqueda espiritual de arrogantes sentimientos originales sino que apela a no olvidar estas instancias primordiales. Así Tembetá viene a poner el lugar de las fuerzas de la naturaleza como ese espacio gobernado por el hombre de esa esencia y sensibilidades perdidas en la apoteosis de lo civilizado.